12 de Marzo de 2020
Más riesgo, menos oportunidades: así se ha modificado la movilidad de las mujeres a casi doce meses de la llegada de la covid-19.
Desde la llegada de la covid-19 a México, muchas cosas han cambiado. Y a pesar de que algunas medidas para frenar contagios, como la habilitación de ciclovías, han abierto camino para la movilidad sostenible, con la pandemia se han agudizado problemáticas que afectan más a las mujeres.
Hoy compartimos algunos datos y hallazgos en materia de movilidad presentados por publicaciones que, a lo largo de ya casi doce meses de confinamiento, han analizado el impacto de la pandemia en el día a día de mujeres mexicanas y latinas:
→ La movilidad para el cuidado es aquella que desempeñan en su mayoría mujeres que se dedican al trabajo remunerado. Este tipo de movilidad se ha mantenido activa durante la pandemia, sin embargo, la estructura urbana de las ciudades, así como la distribución espacial de las personas y empleos dificulta la movilidad de las mujeres. Por lo general, estos empleos se encuentran en zonas residenciales no reconocidas como lugares de trabajo, por lo que el transporte público, así como la infraestructura peatonal y ciclista son limitadas, como ocurre en las Lomas en CDMX. (1)
→ La violencia contra las mujeres se ha intensificado debido a la emergencia sanitaria por COVID-19. Con la aplicación de restricciones al movimiento, las mujeres, especialmente las trabajadoras informales y esenciales como doctoras, enfermeras y vendedoras ambulantes, son la población más propensa a sufrir violencia de género al moverse por espacios públicos urbanos o rurales deshabitados y servicios de transporte con menor presencia de personas usuarias debido al confinamiento. (2)
→ Durante la emergencia sanitaria por COVID-19, las mujeres trabajadoras han señalado el aumento del nivel de acoso sexual en el transporte público como el motivo principal para elegir caminar o desplazarse en bicicleta hasta su trabajo. Antes de la emergencia sanitaria por COVID-19, la percepción de seguridad de las mujeres en el transporte público era más baja que la de los hombres. El transporte público en muchas ciudades del mundo ha presentado una disminución de personas usuarias entre el 80% y 90%. Al haber menos transeúntes en el transporte público y reducirse la conectividad hasta los lugares más remotos, la movilidad autónoma y el acceso de las mujeres al empleo y a los servicios esenciales durante el confinamiento se ve afectada. (3)
Esta información nos confirma que es urgente crear políticas públicas de movilidad con enfoque de género, que es momento de tener ciudades inclusivas y seguras, ciudades diseñadas para y por mujeres.
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(1) Fuente: Montoya, V., Montes L., & Bernal, V., 2020. Movilidad para el cuidado con cara de mujer.
(2) Fuente: ONU Mujeres (2020). Los efectos del COVID-19 sobre las mujeres y niñas.
(3) Fuente: ONU Mujeres (2020). Garantizando ciudades y espacios públicos seguros para mujeres y niñas.